18 ABR 2019
C. Andrés Torrico
La Teoría de Juegos se presenta como un híbrido nacido del pensamiento económico y de la lógica matemática. En ese sentido, sus aplicaciones en el mundo empresarial son tan diversas como gamas de colores existen. La politología, asimismo, puede usar también esta teoría para ver con mayor claridad el futuro a través de la construcción de posibles escenarios. El tablero político actual de Bolivia presenta varios jugadores que buscan el mismo fin: ganar la silla presidencial, y obviamente todo lo que involucra. En particular, uno de los participantes, el actual campeón, se ha convertido simultáneamente en prisionero y carcelero de sí mismo, por ello experimenta un difícil dilema sobre su accionar en el juego.
El partido del Movimiento Al Socialismo (MAS) ha logrado forzar las reglas del tablero y habilitarse con una serie de argumentos aceptados por el ente correspondiente. Los demás ocho participantes han tenido que asumir dicho hecho y la partida comenzó. Ahora los equipos políticos realizan jugadas simultáneas y en condiciones imperfectas de información.
En este contexto, sobresalen tres fuerzas importantes: i) el MAS, liderado por Evo Morales; ii) la alianza denominada Comunidad Ciudadana (CC) a la cabeza del expresidente Carlos D. Mesa; y en menor medida iii) los Demócratas, cuyo candidato es Oscar Ortiz. Sin embargo, si se revisan con cuidado los últimos estudios de intención de voto existe, aproximadamente, un 30% de la población que aún no se ha decidido o está insegura sobre su elección. Este factor significa que esas personas serán la “carta sorpresa” para los siguientes resultados posibles, suponiendo que los ciudadanos ya han votado y el juego electoral terminó.
La economía boliviana pende de un hilo: Morales reelecto
En los últimos años, la deuda pública acumulada tocó la línea de lo viable, las Reservas Internacionales Netas (RIN) han descendido sin paracaídas y el déficit público va sin freno. Estos indicadores son el resultado de la apuesta, siempre riesgosa, por el extractivismo que puede generar grandes utilidades en el corto plazo, pero sin las medidas adecuadas puede desembocar en situaciones críticas en el largo plazo. En esta coyuntura el MAS, como ganador de la partida electoral, se desenvuelve con las mismas jugadas de incentivo al Consumo —variable del producto Interno Bruto (PIB)—, es decir, de maquillaje económico. Su compromiso con la democracia se ve aún más afectado frente a la comunidad internacional y los casos de corrupción no desaparecen, sino se suman. En el aire se siente un extraño olor a dudas de la gente sobre el gobierno y si es o no una forma de dictadura.
Sin embargo, la fuerza masista se reduce y la fuerza opositora, especialmente de CC, se acrecienta y ejerce una fuerte influencia en el nuevo medio. Se puede intuir que el MAS se aferraría a la silla con todo lo que esté a su alcance, como ya demostró que puede hacerlo.
Los valores democráticos se ven restituidos
Comunidad Ciudadana logra seducir a los votantes y Carlos D. Mesa es presidente de Bolivia. Entonces, él asume la misión histórica de devolver al país la fuerza y credibilidad en su sistema democrático. En lo económico se ve sofocado por no encender la mecha social y mantiene las transferencias (bonos) y demás medidas heredadas de su antecesor. Pero planta semillas para el nuevo desarrollo de la república, como lo hizo en su momento con, por ejemplo, el Plan Nacional de Políticas Públicas para el Ejercicio pleno de los Derechos de las Mujeres en Bolivia. Así, gente nueva, con un perfil mayormente intelectual y comprometida, ocuparía altos cargos en el Estado.
Empero, el vigor del MAS aún continúa presente y muy cerca de CC. Entonces, Mesa y su partido deberían trabajar en unir las propuestas de los colectivos ciudadanos con las políticas públicas estructurales en todo orden, con sentido de servicio horizontal. De esa manera, sería factible atraer inversión al país, para organizar una gran estructura económica que conecte a las familias productores con los consumidores y apueste, además, por el sentido más integral del desarrollo.
El fin del juego
Se puede deducir que tras el fin del juego movimientos ciudadanos cobrarán más fuerza, uno de estos será el feminismo. Una corriente que con el tiempo ha tenido una evolución en nuestra sociedad, todavía conservadora, defendiendo los derechos de la mujer y causas como la equidad, igualdad e inclusión.
Por otra parte, se puede presumir que en ambos escenarios la vida del Movimiento Al Socialismo no debería ser extensa, sino tendría que tener ya una cuenta regresiva. Pues, el tiempo pesa ya sobre los hombros de sus líderes y con él los hechos sombríos que, en algún momento, opacarán las luces de su inicio.
Asimismo, es claro que Comunidad Ciudadana y Demócratas serán los protagonistas futuros de los próximos juegos electorales, en todos los niveles. Es necesario aclarar que aunque en las cúpulas altas de los partidos no se notan grandes cambios, en las escalas medias y bajas hay muchos jóvenes hambrientos de oportunidades. Ellos serán, en poco tiempo, quienes asuman las riendas, tanto del actual oficialismo, como de la oposición del momento. En ese sentido, los roces que tienen ahora crecerán con el tiempo.
Ahora no todos los partidos han dejado ver sus cartas y muchos aún preparan sus propuestas, para seducir a la ciudadanía. Todos están pendientes del siguiente movimiento del adversario y saben que cualquier resbalón significaría la derrota. En este punto, los ciudadanos debemos elegir el bien mayor absoluto.
Carlos Andrés Torrico Monzón es Director general de Ciudadanía, coeditor de las revistas Cienciagro y Análisis, consultor en Comunicación en el Instituto Agrario Bolivia, colaborador en proyectos para el desarrollo y cambio social y fotógrafo.
Comentarios