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Películas de superhéroes: En defensa del vigilantismo

14 ABR 2019

Jorge Eduardo Bolaños Gamarra


Hollywood se toma las películas de superhéroes cada vez con más seriedad. Ha quedado muy atrás aquel tiempo en que se las veía como un complemento marginal de otros géneros menos coloridos pero más laureados, como el drama y la acción. En las últimas dos décadas ha habido un estallido sociocultural que ha hecho que las historias sobre vigilantes enmascarados se conviertan en una fuerza narrativa dominante a escala global.

Cartel promocional de "Avengers End Game§

En cierto modo, símbolos como Batman, Spiderman, Superman, los X-Men, etcétera, no pueden ser dados de baja porque sirven a un poder superior: el poder de la industria cultural.


Entre mayo de 2008 y marzo de 2019, Marvel Studios, estudio cinematográfico dependiente de Disney, lanzó 23 películas, siendo Iron-Man la primera de ellas. Avengers: Endgame es una de las cintas que más expectativa han generado en los últimos años. La ansiedad de los fanáticos por conocer el desenlace del arco de historia que quedó sin cierre desde 2017 con Avengers: Infinity War, es señal de que la cinta es un hito cultural.


En 11 años, Marvel Studios recaudó un total de 18 mil millones de dólares de box office, según el sitio web The Numbers. En promedio cada cinta genera ingresos de 157 millones de dólares durante toda su estadía en teatros. Otros estudios como Warner Studios, Fox, Sony y Paramount han llegado a recaudar hasta 500 millones de dólares por filme. El margen de ganancia ronda el 30 por ciento, un porcentaje bastante alto comparado con el de otros sectores que mueven cantidades semejantes de capital.


Muchos comentaristas consideran que el boom de las películas de superhérores se debe a la situación de estancamiento en la que Hollywood se encuentra desde hace años. Hay grandes presiones para generar rentabilidades exorbitantes.


Derek Thompson del diario The Atlantic dice: “No hay ningún lenguaje en el mundo más universal que el de los héroes destruyendo a tipos malos con explosiones.”


¿Es aceptable suponer que existe una relación entre el boom comercial de las películas de superhéroes y el clima político que se vive a escala internacional? Muchos analistas consideran que sí. De hecho, están convencidos de ello.


Según Annika Hagley, politóloga de la Roger Williams University, el ascenso de las películas de héroes enmascarados ha conducido al ascenso de Donald Trump. Su argumento se basa en que existe una relación bastante fácil de observar entre su discurso ideológico con el del presidente estadounidense. La realidad es reducida a un conflicto binario entre buenos y malos, la discrecionalidad en el ejercicio de la fuerza es vista con aceptación en la medida en que tenga fines nobles y la agresividad es tratada como una cualidad heroica.


Según James Mottram, periodista freelance que escribe para The National, el fracaso de la política moderna ha hecho que los superhéroes se conviertan en una necesidad política. En un tiempo en que la sociedad se nos presenta cada vez más intoxicante y compleja, a la gente se le hacen necesarias las narrativas simples que presentan los problemas del mundo como situaciones conflictivas que pueden ser fácilmente resueltas a través del heroísmo individual.


Mottram se hace mucho más drástico en sus juicios cuando acusa a los superéroes de ser una mala influencia. Teme que la ideología de los vigilantes enmascarados esté dañando la cultura política de los fans. Películas como Capitán América: Civil War y Batman v Superman presentan como algo seductor y místico el hacer justicia por fuera de la ley.


Batman es el arquetipo del justiciero que se niega a aceptar el principio de legalidad y toma decisiones arbitrarias sobre el ejercicio de los castigos violentos. Ciudad Gótica es el espacio social ficticio donde él puede darse la libertad de repartir puñetes y patadas justicieras a todo el que se lo merece, en desmedro de la autoridad de los poderes públicos.


Los comentaristas que coinciden con que hay un nexo ideológico entre los superhéroes y personajes como Trump hacen este silogismo: los superhéroes son violentos, Trump es violento, ergo, son mutuamente comparables. Simplificado a ese grado, su planteamiento se muestra poco convincente, e ignora el hecho de que en muchas historias se problematiza y reflexiona sobre cuestiones como las libertades civiles, el vigilantismo y los daños colaterales. Nadie cree que la violencia heroica sea gratuita. Algunos ejemplo son arcos narrativos como Civil War (el de los cómics), Batman Year One y Kingdom Come de DC Comics.


Pareciera que se ha puesto de moda en los espacios de opinión juzgar a los superhéroes y acusar a sus creadores de ser irreflexivos e indolentes ante males como la violencia y el ilegalismo.


Según Alex Avard de Shout Out Uk, tanto las historietas como las películas glorifican los fabulosos poderes de los héroes sin presentar demasiada preocupación por las consecuencias que tendría su uso discrecional en el mundo real. En realidad, películas como Batman v Superman y Avengers: Age of Ultron son una reflexión y un llamado de atención sobre el malestar y caos que generaría un uso irrestricto del vigilantismo, el cual es visto con pesimismo. Los héroes no salen irreprochados por sus acciones (Superman pasa a ser visto como un metahumano peligroso al cabo de Man of Steel) y no se sienten complacidos consigo mismos. El juicio de Avard es terriblemente injusto.


“Cada vez que Trump llama a sus simpatizantes a ‘sacarle el ponche’ a algún manifestante, está gatillando una urgencia presente en todo quien es rehacio a reaccionar ante la violencia, una urgencia que es tan satisfactoriamente puesta en juego en cada película de superhéroes”, dice en su artículo. “La violencia está bien cuando son los chicos buenos quienes la usan. Vigilantismo y autoritarismo son una misma cosa.”


Umberto Eco es otro gran crítico. En su texto ‘El mito de Superman’, de 1962, sostiene que personajes como Superman son reactivos por naturaleza porque no intervienen en la resolución de problemas como el hambre, la pobreza o la violencia política. “(Superman) escoge sus ocupaciones, ciertamente no contra los mercados negros de la droga o los administradores y políticos corruptos, sino contra asaltantes de bancos y atracadores de camiones de correo. En otras palabras, la única forma de maldad que asume como visible es aquella que atenta contra la propiedad privada.”


Eventualmente, los juicios de Eco terminaron siendo también injustos. En las historietas del periodo posterior a la época de bronce, vale decir, después de 1985, aparecieron historias que ponen en cuestión el orden social, el poder de las corporaciones y la vileza de los políticos. Algunos ejemplos son ‘V for Vendetta’ de Alan Moore; ‘X-Men God Loves, Man Kills’ de Chris Claremont; ‘Green Lantern featuring Green Arrow’ (historia de finales de los 60 donde ambos héroes se lanzan a combatir la dogradicción, el racismo y la corrupción en Estados Unidos) de Neal Adams y Dennis O’Neil; y ‘Captain América: Two Americas’ de Ed Brubaker, donde se hace un alegato explícito en contra del ultraderechista Tea Party.

Mark Kamine de la web TLS dice que con algunas excepciones, muchas de las principales películas de superhéroes parecieran estar escritar por alguna instancia de gobierno a favor de la libre empresa. “Eso se debe a que casi todas glorifican la riqueza (y la libertad que provee), la aristocracia o monarquía, el militarismo, el unilateralismo, y las fantasías de la extrema derecha sobre la criminalidad.


Eso no es cierto en todos los casos. ¿O sí?


Tony Stark es capaz hacer reales todos sus diseños tecnológicos para combatir el crimen gracias a que es un multimillonario. Batman es un ricachón que puede darse el lujo de combatir el crimen a mano limpia gracias a su fortuna. En los cómics, Peter Parker termina convirtiéndose eventualmente en un gran empresario dueño de su propia corporación tecnológica (después la pierde). Wakanda, la patria de Black Panther, es una nación que vive de la sobreexplotación de sus recursos naturales y mantiene un orden social monárquico. Punisher es un un justiciero salvaje incapaz de dejar atrás su pasado como marine, y aprovecha sus habilidades para matar a los malos.


Vistos desde ese punto de vista, los superhéroes parecieran ser los verdaderos villanos de sus historias. Sin embargo, hay mucho que aplaudir sobre su forma de encarar la adversidad. Hay algo inexplicable que los hace dignos de nuestro amor y admiración.


En defensa suya, se puede decir que es una regla en las historietas que sus acciones estén inspiradas por motivaciones bondadosas: redención personal, justicia social, paz, solidaridad, amor al lugar de origen, amor a la humanidad.


Héroes como Green Arrow son un caso especial. Inspirado en Robin Hood, combate males como la explotación, la opresión social y la violencia contra los pobres, si bien él mismo es otro multimillonario.


Otro caso especial son los X-Men. En sus historias, los mutantes por lo general son representados como un grupo social oprimido, marginado y que tiene como bandera la reivindicación de su derecho a existir en la sociedad.


Evidentemente, en las historietas existe un contenido ideológico que es identificable con ciertas agendas políticas. No obstante, ese contenido no es uniforme, y no se puede hacer juicios del tipo “todos los superhéroes son reaccionarios” o “todos son fascistas porque actúan violentamente”. Romain Rolland decía: “Un héroe es alguien que hace todo lo que puede”. Eso es bastante cierto para los héroes de la época moderna de los cómics. Todos ellos son sujetos contrariados, con grandes dilemas individuales, y que enfrentar grandes adversidades, pero a pesar de todo hacen cuanto pueden para hacer de su mundo un lugar mejor, y nos invitan a hacer lo mismo. Son una fuente de esperanza imprescindible para la sociedad de masas. Toda sociedad necesita tener astros que admirar.


Jorge Bolaños es comunicador con especialidad en finanzas y administración de empresas. Titulado de la Universidad Mayor de San Andrés (La Paz, Bolivia), trabajó en organizaciones no gubernamentales como consultor. Es autor del blog Aldea Política y ciberactivista.

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