17.08.19 I Opinión
Andrea Cárdenas Rada
El concepto del término feminismo contempla un conjunto diverso de posturas y modelos de pensamiento crítico de cortes político, económico, cultural y social, que tienen en común su aspiración a la reivindicación de los derechos de la mujer y la conquista de un rol igualitario respecto al del hombre en los distintos aspectos de la sociedad. Como mujer, estoy totalmente de acuerdo en la igualdad de género, con la que se quiere lograr un mundo en el que todas las mujeres y las niñas tengan las mismas oportunidades y los mismos derechos, para poner fin a la brecha que existe entre hombres y mujeres, referente a oportunidades laborales, culturales, etc.
Pero en nuestros tiempos, se ven cada vez más grupos de mujeres que distorsionan el verdadero significado del feminismo; son grupos que incitan el odio y desprecio hacia el género opuesto, usando calificativos por demás exagerados generalizando a los hombres como abusivos, violadores, golpeadores, y poniéndoles a todos una etiqueta como si todos ellos fueran los causantes de feminicidios.
Pues bien, ¿por qué no hablamos del machismo a la mujer, a aquella madre que a la niña le enseña bordados y no deja que se ensucie con tierra, o al niño que solo juega con autitos y no se le enseña los quehaceres del hogar? Éste es uno de los muchos ejemplos en nuestra sociedad, o también la frase tradicional “a la mujer no se la toca ni con el pétalo de una rosa”; es decir, ¿estamos dando permiso a la violencia al hombre? ¿En qué queda el concepto de igualdad?
Tanto el machismo como el feminismo mal enfocado hacen daño a nuestra sociedad y a la formación de nuestros niños y jóvenes.
Sobre la paridad de género también se malentiende, al creer que solo por ser mujer y equilibrar la balanza, se debe poner a dedo en un cargo a cualquier persona de sexo femenino, como si no existieran mujeres dignas de ser elegidas… es mediocre y hasta un insulto no creer que existen mujeres capaces de intercambiar experiencias, desafíos, retos, historias y definir entre todas las personas una nueva agenda para impulsar la igualdad de la participación de la mujer en democracia.
Por otra parte, se olvida que ahora también es importante, además de la paridad de género, la paridad intercultural, porque son muchas las mujeres originarias rezagadas que tienen mucho por aportar desde la experiencia de vida que tienen en sus comunidades y regiones.
Solo educando en igualdad lograremos formar adultos que respeten y exista la tan ansiada igualdad de género.
Andrea Cárdenas Rada es abogada y docente universitaria
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